MATRIZ by de Sousa Galería

Aldo de Sousa
9 de octubre al 13 de noviembre de 2020
Buenos Aires, Argentina.

Los nombres con Z

Con el transcurrir del tiempo las tejas estilo colonial de barro colorado, que fueron construidas con el mismo procedimiento meticuloso y arcaico con el que se realizaron varias de las piezas que integran esta exposición, estarán cubiertas por una capa felpuda de musgo.  El manto verdín de terciopelo brota incentivado por el clima húmedo que caracteriza nuestra zona. Se considera que dicho proceso es propio del agua acumulada. Esa es la templanza (¿estar podrida?) que evoca Débora Pierpaoli en sus obras recientes.
La pintura es una de esas instituciones predispuesta para un modo de circulación discursiva. El retrato, uno de sus favoritos. Estas figuras de mirada esquiva, bocas que fuman y pelo desordenado, afloran como soporte de otros pensamientos. Así lo demuestran las máscaras que las cubren y que uno podría sacar y poner con libertad de acuerdo al humor con que nos encuentren estos días de confinamiento.
También hay moños o lazos que lejos de su tradicional vocación ornamental, parecen invocar a los procesos de sujetación: “estar atado a”. La pintura podría ser entendida como molde que genera una serie de calcos imperfectos en los cuales Débora busca las marcas y la actitud de cada uno. Una entidad generadora de otras que se repliega sobre sí misma al reproducir una obra adentro de otra obra. Y así, paulatinamente, organiza una red extraña y familiar de vasijas rotas, imágenes de crianza que componen un trozo entre lo autobiográfico y la autoficción.

Ángeles Ascúa

Grupo Escombros. Estética de la solidaridad, Centro de Arte UNLP by de Sousa Galería

Centro de Arte UNLP
21 de febrero al 4 de abril de 2020
La Plata, Buenos Aires

El Grupo Escombros nace a finales de la década de 1980 en medio de una crisis económica y política aguda; son los años de la hiperinflación, los levantamientos carapintadas, la renuncia anticipada del primer presidente electo tras la fatídica última dictadura militar. Sus primeros trabajos transmiten la atmósfera desesperanzada de este momento: se trata de fotografías que muestran a personas desmoronadas en ámbitos abandonados y hostiles. Estas imágenes son exhibidas a la manera de una manifestación callejera, mientras cobra vida el primer manifiesto de la agrupación, La estética de lo roto (1989).

Aunque la situación políticosocial no mejora, durante la década siguiente el grupo adopta otra actitud. Si los gobiernos y los sectores económicos no hacen algo por los más desprotegidos, los artistas no pueden permanecer al margen. En su nuevo manifiesto, La estética de la solidaridad (1995), el Grupo Escombros plantea una concepción del artista como servidor público. Cualquier tarea tendiente a operar positivamente sobre la realidad, por mínima que sea, se torna una guía para transformar el mundo, un acto de servicio social y de empoderamiento. En estos años surgen también los primeros objetos de conciencia, producciones destinadas a llamar la atención y promover la reflexión sobre conflictos cotidianos.

Antes que el teórico francés Nicolás Bourriaud acuñara el término “estética relacional” para referirse a las prácticas artísticas que involucran procesos comunitarios, el Grupo Escombros lleva adelante innumerables proyectos de participación masiva, en los cuales, a través de su involucramiento, la gente es invitada a actuar afirmativamente sobre su entorno inmediato. En los albores del nuevo milenio ve la luz otro manifiesto, La estética de lo humano (2000).

En forma simultánea, los artistas se suman a numerosas manifestaciones públicas relacionadas con acontecimientos históricos y conflictos contemporáneos. En algunas de ellas hacen hincapié sobre temas puntuales, como la desocupación o la corrupción. En otras, plantean reflexiones sobre la distribución del poder global y la situación geopolítica de los países periféricos como el nuestro, sobre las presiones neoliberales y sus consecuencias, sobre la exclusión social, los derechos humanos y la resiliencia. De estas reflexiones surgen los manifiestos La estética de la resistencia (2003), La estética del anti-poder (2005), La estética de la desobediencia (2007).

La exposición que se presenta aquí recorre brevemente algunas de las producciones claves del Grupo Escombros, siguiendo los lineamientos de este texto. Revisa sus inicios (Núcleo 1), sus acciones solidarias y objetos de conciencia (Núcleo 2), sus propuestas comunitarias (Núcleo 3), sus obras de señalamiento político directo (Núcleo 4). Todas ellas dan cuenta de la incansable labor de sus integrantes y de su férreo compromiso con su época y sus coetáneos. Al mismo tiempo, la exhibición busca exaltar la singularidad de su proyecto artístico y poner de manifiesto la importancia de su contribución a la historia del arte argentino.

Economía de cristal en los tiempos del toroide by de Sousa Galería

Galería Aldo de Sousa
Noviembre 2019
Buenos Aires

En geometría, el toroide es la superficie engendrada por un polígono cerrado que gira alrededor de un eje de rotación. Su forma se corresponde con la superficie de argollas, anillos, aros o roscas, que cotidianamente forman parte de la bijouterie. Fascinada por esos objetos, Diana invitó a recolectar aquellas fantasías en desuso. La circular rezaba: “Si se te rompió el arito, si no lo usas porque perdiste uno, si te cuelgan collares en el placard o de adorno en la pared, y realmente ya no son para vos, si tu mamá tiene la pulserita desarmada, si tu novia tiene los collares preciosos tirados por ahí, o simplemente no los usan, serán incorporados a una gran comunidad de enhebrados como materia prima para la construcción de una obra de arte”
Luego de esa primera fase, procesó el material cosechado y organizó reuniones para enhebrar que citó cada semana en su taller y replicó en distintos escenarios como escuelas, plazas, instituciones de diversos lugares del mundo.

9 caligramas, Espacio El Dorado by de Sousa Galería

Espacio El Dorado
Septiembre de 2019 a enero de 2020
Bogotá, Colombia
Fotografias: Cortesía Espacio El Dorado

“A pesar de las apariencias, el caligrama no dice, en forma de pájaro, de flor o de lluvia: «esto es una paloma, una flor, un aguacero que cae»; desde el momento que se pone a decirlo, desde el momento en que las palabras se ponen a hablar y a conferir un sentido, ocurre que el pájaro ya ha echado a volar y la lluvia se ha secado.”

Michel Foucault


Para Rosa Navarro, hay al menos dos comienzos de la historia de su obra: el primero viene con el hallazgo de unos galones de pintura rosa, abandonados en la Escuela de Bellas Artes de Barranquilla; Rosa no puede evitar meter sus manos en el tarro y sacarlas pintadas de R-rosa.
En el segundo, siendo una niña aún, Rosa está jugando a dibujar con un palo sobre la tierra mojada por la lluvia, en el patio trasero de su casa, en Santo Tomás. En el patio hay un palo de mango, una palma, un níspero. La voz de la naturaleza en Santo Tomás es fuerte, incluso hoy el municipio apenas es atravesado por la fuerza urbanizadora.
A pesar de ser anecdóticos, estos dos puntos de partida contienen elementos esenciales de la práctica artística de Navarro: primero, su atracción por la transmigración de los referentes, incluso, o sobre todo, la suspensión de ella misma como referente último de su nombre; y segundo, su regocijo frente al carácter fugaz de los juegos del lenguaje. Dos principios poéticos que dotan su obra de un carácter performativo inexpugnable, que cobija todas sus series bajo un solo y gran juego de transfiguración. No en vano la declaración que encierra toda su obra es: “La naturaleza habla: habla la rosa”.
La palabra caligrama viene del griego kállos (belleza) y grammé (trazo, contorno) = figura bella. Un caligrama es el texto/imagen donde la disposición caligráfica itera el contenido del texto, y viceversa. Para Foucault, en su famoso ensayo sobre la obra de Magritte, Esto no es una pipa, el caligrama no reafirma el significado de la imagen en el texto; al contrario, “en el momento en que debería dar el nombre, lo da, pero negando que sea aquél”; en este sentido Foulcault pregunta “¿de dónde proviene ese juego extraño, si no del caligrama? Del caligrama que dice dos veces las mismas cosas (allí donde sin duda bastaría una sola); del caligrama que hace deslizar uno sobre otro lo que muestra y lo que dice para que se enmascaren recíprocamente.”
La obra de Rosa Navarro coincide en muchos sentidos con este juego de enmascaramientos recíprocos, ya no sólo de las imágenes y los textos, sino también del habla, de los gestos y del cuerpo como enjambre de signos. Una mirada transversal a su obra, deja ver que su presencia así, como un palimpsesto sobre el que el sentido aparece siempre en el acto de fugarse, es el hilo conductor.
Hay incluso un punto de origen más en la narrativa de Navarro sobre su formación como artista: ver a su mamá en sus labores de costura y decoración, y en especial, aprender con ella a hacer flores de crespón para una tarea del colegio. Rosa también recuerda su fascinación infantil al escribir su nombre con las tizas rosadas que su mamá usaba para el patronaje cuando confeccionaba ropa, lo cual implica un vínculo profundo de su poética con el recuerdo de Rosa, que es también el nombre de su mamá. Ella también hace parte importante del enjambre hermenéutico que Navarro moviliza alrededor de su nombre.
Para Carmen María Jaramillo, Navarro, al contrario de otros artistas conceptuales “no estaba interesada en relaciones puramente tautológicas entre las palabras y las cosas. En lugar de eso, su interés estaba en las relaciones ambiguas, que eluden y abordan el mismo concepto de formas diferentes (...) Diferente del abordaje más directo de Kosuth, Navarro consideró la palabra rosa en niveles múltiples y complejos y buscó varias evocaciones”. Puesto que ocurre dentro del campo psicológico que se abre en torno a la identificación con el nombre propio, su obra no se constriñe a la especulación sobre las posibilidades y límites del lenguaje, como en el caso del conceptualismo tautológico, sino que atraviesa este marco especulativo para fragmentar y multiplicar las configuraciones de su propia subjetividad. Caligramas de Rosa.

―Sylvia Suárez