Jorge Pereira es un artista platense cuya obra está vinculada a la tradición concreta. Su geometría es muy personal, de colores estridentes, en relieve o desbordando la tradicional pantalla pictórica. En contraste con dicha labor controlada y medida, a comienzo de la década del ’60 emprendió una serie de experiencias fotográficas con y sin cámara.

En su obra Pereira empuja la pintura hacia los límites. En sintonía con esa gestualidad, su propio cuerpo es utilizado en las fotografías como material propicio para aportar una textura. En esta serie aparecen las huellas de sus dedos, las manos de sus compañeros como registro identitario en un momento que era necesario afirmar una presencia. Apenas unos años más tarde, tendrá que exiliarse a Francia luego de que su taller fuera allanado por fuerzas militares.

La técnica fotograma consiste en la creación de una imagen fotográfica sin el uso de una cámara. Se obtienen mediante la colocación de objetos por encima de una superficie fotosensible, ya sea una película o papel fotográfico, y la exposición posterior a la luz directa. Estas fotografías de Pereira se caracterizan por el caos y lo azaroso en el uso de diversos materiales, ensayando con sus múltiples reacciones.

Los materiales más inciertos le sirvieron para crear esas imágenes: cortes vegetales, aceites, detergentes, barridos de tinta china, cintas Scotch, incluso el ala de una libélula. Las fortuitas reacciones de esos elementos generaron un cuerpo de imágenes signadas por la libertad.

Cuando se abrió el Instituto Formativo de Directores de Arte (IDA) en Buenos Aires en 1962 convocaron a Pereira para ocupar el área de Nuevas metodologías de creación, una parte abarcaba la fotografía como impulsor detonante de lo creativo. Entre 1967 y 1968, desde esta institución, mantuvo un vínculo epistolar con Max Bill, Walter Gropius, Herbert Bayer, Gyorgy Kepes, entre otros.

El intercambio entre Jorge Pereira y Herbert Bayer fue tan fructífero que decidieron organizar una exposición en el IDA, Florida al 700, bajo el título Herbert Bayer. Fotogramas. 1960/1966, prologado por el director del Centro de Artes Visuales del Di Tella, el influyente Jorge Romero Brest. En el prólogo el crítico señaló: “Herbert Bayer mantiene el espíritu de los pioneros y el entusiasmo de los años 20, [de] los nuevos universos de las formas para un Hombre nuevo. Utopía de las vanguardias que aún debe conquistarse”.

Estas palabras de Romero Brest son extensivas a la acción de Pereira que, como artista y en este caso gestor, buscó retomar la tradición humanista y transmitirla a los futuros diseñadores. La relación con Bayer no terminó con dicha exposición sino que también incluyó la evaluación de proyectos de los alumnos del IDA.

Ya en 1967 Jorge Pereira participó en la Cinquième Biennale de París, realizada en el Musée d’Art Moderne de la capital francesa, con seis obras de la serie denominada Cosmos.

A fines de la década del ‘60 Roberto Rollié, Raúl Mazzoni, Mario Casas, Juan Carlos Romero y Jorge Pereira fundaron el Centro de Experimentación Visual (CEV), también colaboraban como invitados Ramón Pereira, Raúl Pane, Juan Leonetti, María Arana y Andrés Jiménez.

Además de continuar con la indagación de distintas técnicas, se abocaron a la producción de múltiples, la articulación de elementos modulares y la vinculación del arte con la industria a través del concepto de sistemas.

El CEV organizó en 1971 la exhibición Experiencias visuales con medios fotográficos en la galería Odin de La Plata y participaron de la exposición Fotografía tridimensional en el Centro de Arte y Comunicación CAYC. Como su título lo indicaba, la propuesta buscaba exceder los límites del plano. También formaron parte los futuros miembros del Grupo de los Trece, junto a varios otros fotógrafos locales y artistas extranjeros como Christo, Dan Graham, Alan Kaprow, Joseph Kosuth, Sol Lewitt, Denis Oppenheim, Robert Rauschenberg, Andy Warhol, entre otros.

La obra de Pereira realizaba una exploración espacial, estaba compuesta por un fotopanel con un fotograma extendido sobre el piso frente a tres espejos que generaban la multiplicación de la imagen.